La cabeza de Oliver Cromwell
La cabeza momificada del político británico (decapitado por sublevarse contra la monarquía) fue exhibida a la entrada de la Abadía de Westminster hasta que un día cayó al suelo y el soldado que hacía guardia se la llevó para venderla. El trofeo fue exhibido en ferias ambulantes y pasó por varias manos, entre ellas las del actor Samuel Russell, quien cobraba una libra por enseñarla, y las del doctor Thomas Wilkerson, quien tenía la macabra costumbre de pasear con el resto clavado en un palo. Imaginamos que espantaría a todos los transeuntes.
La testa de Enrique IV
Albricias, por fin un resto recuperado. Se trata de la cabeza del rey Enrique IV de Francia, asesinado a puñaladas en 1610. Su tumba fue saqueada durante la Revolución Francesa, y el resto fue robado, pasando de las manos de un dueño a otro hasta que en 1947 cayó en poder de un pintor de Montmartre. Durante décadas, el artista trató de convencer a las autoridades del Louvre de que aquella era la testa desaparecida del monarca, pero nadie le creyó. Hasta que el pasado diciembre el historiador Philippe Charlier analizó el resto y pudo demostrar su autenticidad.