El concepto de recordar a los difuntos realizando una visita al cementerio va a cambiar la tradicional fotografía en la lápida puede ser sustituida por un dispositivo digital donde
los visitantes podrán contemplar diversas imágenes o determinados momentos plasmados
en vídeo, se trata de las lápidas digitales.
En Genciencia hemos mostrado alguna que otra innovación en el negocio de las funerarias,
como los entierros retransmitidos por Internet, ahora conocemos la primera lápida digital,
que ha sido colocada en el cementerio de la ciudad de Rhenen (Holanda). Estas lápidas de
piedra cuentan con una una pantalla integrada a través de la cual se puede seleccionar y
visualizar algunos de los momentos vividos por el difunto.
La visualización podrá realizarse de forma sencilla, pero los visitantes deberán portar una
batería que permita la reproducción, seguro que éstas deberán alquilarse, será un modo de
hacer más lucrativo un negocio que no conoce la crisis.
Funexpo 2010, abierta al público hasta mañana, sirve además de espacio de debate para decenas de empresarios de un sector que el común de las personas prefiere ver de lejos, pero que genera suculentas ganancias.
Claro que las ventas no son tema fácil, por la sensibilidad de un asunto tabú como la muerte y las costumbres tradicionalistas en torno a los rituales funerarios.
"La gente tiene mucho miedo a hablar de la muerte porque cree que es anticiparse. El funeral hay que organizarlo con anticipación, como si fuera un casamiento. Un velorio no marca que una muerte ocurrió, sino que una vida fue vivida", dijo a Efe Ricardo Péculo, director del Instituto Argentino de Tanatología Exequial.
A su juicio, el gasto en un funeral es en realidad una "inversión" porque es un "homenaje único" que "alivia el dolor" de los familiares del muerto.
En torno a los servicios fúnebres hay muchos elementos a tener en cuenta, pero uno esencial es el ataúd.
"El argentino tiene el gusto del italiano: el cajón con forma de seis cortes. Aunque nosotros también fabricamos el cajón con extremos redondeados, que exportamos a España, y estamos tratando de imponerlo aquí", indicó David Fiori, dueño de una de las dos mayores fábricas de ataúdes de Argentina.
Los precios son variables, desde los 8.000 hasta los 15.000 dólares, dependiendo el tipo de material y los elementos decorativos que lleve el cajón.
Los hay de madera de álamo, material que exige la ley argentina para las sepulturas en tierra dado que se degradan más rápidamente, y también en cedro o roble, que duran más de medio siglo dentro de un nicho.
Para las cremaciones, una tendencia que crece lentamente en Latinoamérica, las novedades en esta feria son los cinerarios artísticos que ofrece la compañía italiana Benedetti y vasijas para cenizas con diseños fuera de los común, como pirámides o la máscara funeraria de Tutankamon.
También hay recipientes biodegradables, fabricados por la empresa Ánforas de Chile, como una esfera de sal para ser lanzada al mar, un barco que arroja a las aguas y se desintegra en tres horas.
Otro artículo novedoso son pequeños corazones de bronce que, como relicarios, sirven para dividir las cenizas del muerto entre los familiares.
El Más Allá Group, una empresa argentina que promete combinar "tecnología y emociones para dejar huellas eternas", ofrece la construcción de "memoriales" en Internet y servicio de pantallas para las salas funerarias donde se exhiben fotos, vídeos y hasta mensajes de condolencias.
La empresa promociona además una alternativa peculiar orientada al mundo de los vivos, "Palabras en el viento", un servicio de envío de correos electrónicos a personas elegidas de antemano una vez que quien contrató el servicio ha fallecido.
"Puede sonar macabro recibir un mensaje de una persona que ya murió, pero es una forma para que la gente pueda decir cosas que no se anima a hablar en vida. Poco a poco a la gente se le va haciendo más amigable el uso de la tecnología en estos casos", dijo a Efe Marcelo Videla, director de la empresa.
En la feria también se promocionan servicios de tanatopraxia destinados a la conservación de los cuerpos y de repatriación de latinoamericanos fallecidos en el exterior, un negocio que creció con la emigración.
También hay todo un sector se servicios orientados a las propias empresas funerarias, un sector que en Argentina emplea a unas 19.000 personas y que a diario lidian con la muerte.
"Hoy el funebrero necesita contener y escuchar, algo para lo que no fue preparado. Un muchacho que trabaja en un cementerio sabe cavar, pero no tiene herramientas para contener el desgarro humano ante la muerte", dijo Marcelo Krynski, de Crear Contextos, que presta servicios orientados a los recursos humanos.
Según datos de la Federación Argentina de Entidades de Servicio Fúnebre y Afines, la facturación anual del sector, entre servicios de sepelio y cementerios, alcanza a unos 2.928 millones de pesos (737,5 millones de dólares).
Sólo por funerales -unos 26.000 al mes-, las ventas ascienden a 1.560 millones de pesos (393 millones de dólares).
El valor promedio de un servicio fúnebre es de unos 5.000 pesos (unos 1.260 dólares), pero un funeral puede costar hasta 70.000 pesos (unos 17.630 dólares).